Ante la visita del Papa a Chiapas.

Por J. Cobos

Cuando algún dirigente se presenta ante sus seguidores, sea cual quiere el ámbito, lo más saludable es presentarle la situación real del grupo con el objetivo de que se tomen las medidas necesarias para solucionar las divergencias y promover se resuelvan para que el grupo se fortalezca, y tal parece que en México aún no lo hemos entendido e insistimos en tapar el sol con un dedo, mostrando una cara maquillada que dista mucho de ser la realidad.

La visita del Santo Padre a nuestro país no es la excepción. La tan prometida presencia del Papa Francisco ha provocado un sinfín de acciones particularmente en los estados donde arribará el pontífice.

Chiapas se prepara para recibir al Papa y tal vez cabría recordar que es uno de los estados más pobres y la mayoría de la población no es católica, por cierto.

En San Cristóbal de las Casas, el nuncio apostólico recibirá de un selecto grupo de indígenas una Biblia traducida al Tzotzil.  Posteriormente, en Tuxtla Gutiérrez estará con un grupo de feligreses en un deportivo de la ciudad capital.

Cabe señalar que el gobierno estatal ha realizado un dispendio de 100 millones de pesos del erario, en un estado donde los índices de pobreza aumentan día con día, pero lejos de mostrar la realidad, el gobierno trabaja ya en el embellecimiento de la imagen urbana del lugar.

Es curioso que se programara una visita del Santo Padre a una entidad donde se viven problemáticas diversas como lo es la demanda principal de Las Abejas de Acteal, grupo maya-tzotzil cuyo razón de existir es buscar justicia por la masacre del 22 de diciembre de 1997, en la que fueron ultimados 45 miembros de su comunidad mientras rezaban en una iglesia.

Chiapas es un estado donde se vive una fuerte crisis de derechos humanos, y una lucha constante por parte de los grupos marginados por conservar las tierras que les pertenecen y de las que están siendo despojados a través de megaproyectos (mineros, de infraestructura, carreteros, turísticos y de energías renovable), militarización (tan sólo en la zona de conflicto hay cerca de 72 campamentos militares), paramilitarismo (grupos de autodefensa que trabajan bajo el cobijo del gobierno), ingobernabilidad, desplazamiento forzado, vigilancia y hostigamiento contra personas defensoras de derechos humanos, tortura, encarcelamientos injustos, feminicidio, migración y presencia de grupos criminales.

Este es el perfil chiapaneco del que no se habla en los medios, y del que seguramente el Papa Francisco no tendrá conocimiento.