La perra vida de un perro de la calle.

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Hablar de los perros que viven en la calle, es hablar de un problema que parece no tiene solución, de un asunto que involucra demasiadas aristas como el de salud, seguridad pública y por supuesto la imagen de las ciudades que se ven afectadas por dicho fenómeno, que por supuesto parece ser casi todo el territorio nacional.

El caso es que este problema no lo representan en sí los perros que pululan por la calles de la ciudad, sino la gente que los posee, porque tratan a un ser vivo como objeto de satisfacción personal que dura poco y que se vuelven en un problema para todos, pues un animal en la calle, no sólo es excremento que se dispersa por acción de aire y el propio ambiente, sino caninos que pueden ser portadores de múltiples enfermedades convirtiéndose en verdaderos focos de infección- hablando en casos extremos– que ninguna autoridad y mucho menos, nosotros la sociedad hacen y hacemos algo en concreto y real para resolver dicha situación.

Tener un perro, un gato, o cualquier ser vivo como mascota, representa un compromiso que no todos los dueños saben a ciencia cierta, que no todos los “amos” saben lo que involucra, porque una mascota no sólo requiere comida, espacio y esparcimiento, sino atención médica, y por supuesto un trato digno, porque en el mayor de los casos nosotros somos lo que elegimos tenerlos y no al revés.

Ser perro en México, no es un lujo ni nada que se le parezca, ser perro implica llevar en numerosos casos una vida lastimera en incontables aspectos, una vida que todo parece menos eso, vida. Ser perro callejero en México, tiene muchos olores, miradas peyorativas, acciones de malicia y kilómetros recorridos que buscan todo lo que un día fue ofrecido cuando cachorro fue arropado por los brazos de un inconsciente que hoy se arrepiente y simplemente abra la puerta para perderlo en el mero olvido, el perro de la calle, camina con la cabeza gacha en espera del golpe, la ofensa o el despectivo shh…perro!!!, que intenta ahuyentar en forma desdeñosa al sarnoso o pulgoso que busca un poco de alimento, una gota de agua en su hocico seco, un poco de respeto y amor que muy rara vez encuentra en las manos de cualquiera que se crea humano.

El perro de la calle sólo mira, sólo ve pasar el día en alguna sombra, bajo algún auto, echado en la banqueta, tirado en plena calle, mirando sin que nadie lo ve a él, mirando pasar una vida que él no eligió tener, y que sus dueños lo sentenciaron a vivir… el perro de la calle, no es menos que el de casa, no vale menos, no es mejor o peor, no es malo, no es sucio, no es un estorbo; el perro es el resultado de las malas decisiones de nosotros los civilizados, de los que nos hacemos llamar humanos y actuamos sin humanidad, ni sentido común, el perro de la calle es problema de todos, y todos debemos actuar para resolverlo, desde las escuelas, los padres, los profesores, las aclamadas autoridades competentes, los vecinos de tal o cual colonia, la sociedad en general, todos, porque todos somos parte de esto a lo que llamamos ciudad, comunidad, formación humana, aunque carezca de ello, de humanidad.